Reciclaje

Preparo mis músculos linguales y esqueletos mandibulares

voy a romper el ayuno, ley de los infiernos.

Te hago una cama de dátiles, uvas y bálsamo

para abrazarte en una extensa cobija tejida de gramíneas.

Nos regodeamos en el invento de la palabra beso;

el beso esquimal; el beso de mariposa; el beso francés.

El lecho empieza a vulcanizarse…

No necesito la vista

para encontrar tus areolas de chocolate

pues el don de la ubicuidad es mi punto cardinal.

En ese instante el curioso viento encuentra su estatismo

mientras destapo tus deliciosos pezones

como corchos de botellas de vino.

Desciendo dócilmente sobre tu estómago de miel,

sorbo el néctar azucarado,

me embriago con la toxina del amor.

Sigo el rastro para llegar hasta un nutritivo postre;

verdaderamente es una sesión privada…

Atrapo tus ganglios

y los oprimo con un movimiento de labios,

que ejecuto al azar,

improvisados en un diseño lúdico…

Baila descalza la frente, el entrecejo, el cuello…

aumenta la dimensión de nuestro ritmo cardíaco

y en la conmoción se aceleran las arañas vasculares.

Mi estancia se prolonga en los pliegues cutáneos

mientras tú descargas en la polución

una remesa narcótica de amor,

fabricas con el filo de tu húmeda boca material fálico

desvistiendo a la intemperie los batallones hereditarios.

Literatura Erótica