Con
mis gruesas manos arrancaría de raíz tus largos cabellos
para
improvisar un eterno lazo color borgoña en mi corazón.
Con
mis enlutadas uñas trazaría surcos en tu delicada frente
para
encontrarte en los mil caminos granas que gorgotea la vida.
Con
mis olientes secreciones taponaría mis orificios nasales
para
no permitir escapar tu postrimera hedentina de carne rosada.
Con
mis dilatadas pupilas te inventaría una espaciosa jaula
para
confinarte y tenerte siempre a la vista del glauco paisaje.
Con
mi enorme boca te succionaría hacia enigmas insondables
en
un breve momento de furor engendrada por la púrpura pasión.
Con
un agudo grito digerido en la entrañas, te reventaría el tímpano
para
que en ese vaivén sólo te acuerdes de mi garza y expresiva voz.
Con
mi musculosa lengua confeccionaría un nudo intrincado a la tuya
para
que mis almagrados belfos por siempre besen los tuyos.
Con
mis dedos encarcelaría en un fortín tus silvestres ubres
donde
no exista el rescate en ese marengo presidio animal.
Con
mis brazos sería una medusa gigante de los bravíos océanos
constriñéndote
entre cristalinos tentáculos hasta exprimir tu última gota.
Con
mi natural apéndice pringaría toda tu piel de enzimas
para
conquistar con miel el vestíbulo mayor y menor hasta llegar al monte.
Con
mis antropófagos dientes, en un mordisco amoroso,
deglutiría
tus rojos entresijos para reposar eternamente juntos.