Sus extremidades la acompañan por
inercia. En un conflicto humano se arrastran desoladas por el convulsionado
boulevard de Sabana Grande. Un tanto desaliñada, y con el largo cabello cundido
de salinas lágrimas de ayer, profesa a los cuatro vientos que azufre y fuego la
devastan dulcemente por dentro como si viviese los últimos instantes de una
ardida Sodoma. En su mediana existencia ha procurado ser fuerte como un
alcornoque y está segura de que aguantará el terremoto hasta evidenciar, por sí
misma, que cualquier esperanza está aniquilada. Llega al restaurante donde el
encuentro la espera; ordena de inmediato un negro café y un insípido vaso de
agua.
Mientras se maquilla para tratar de
ocultar un alma casi vencida, su remota naturaleza mental gestiona vueltas y
ese andamiaje abstracto es vapuleado como bolos azotados por una pesada esfera
de boliche. Sentada, con las piernas cruzadas, suspira, transpira y, de tanto
temblar como una poseída, la mesa se estremece con una de sus huesudas
rodillas. Se aproxima el camarero y, con curiosidad, le
pregunta: "Señora, ¿se encuentra usted bien?". Ella asienta con
la cabeza y pasa su lápiz labial como un rojo asfalto por sus cuarteados
labios, mientras el mesero coloca lo ordenado y se retira sin más.
Ya presentada como una reina, emprende a beber el ya
frío café que, adormece más el huérfano palacete de su atribulado adentro. Más
calmada, presta suma atención, que la concurrencia a su rededor no le parezca
tan fachosa y de malos propósitos. Entonces, en lo oculto del bolso ojea los
malévolos verdes y con dedos ágiles efectúa el recuento en su interior para
confirmar que la cifra es la mitad de lo correcto. Saca un cigarrillo y lo
enciende; arremolina el humo en su entorno y se acerca el mesero para anunciarle
que en ese sitio está prohibido fumar.
Apenas arribó ayer en la mañana al Aeropuerto
Internacional de Maiquetía… y el cerrado cielo ya le pronosticaba uno de los
más infames días de su vida. ¡Al fin!, horas después de haber pisado tierras
venezolanas, conoció a la lozana Rebeca y no en las mejores circunstancias que
hubiese soñado, ya que su prima mayor, Regina, relegando lo humano, fue tajante
y de dura convicción ¡…! En la corta espera ha invitado a tres cafés para que
consuman el tiempo por ella. A la distancia nota que se avecina una pareja
sexagenaria; se levanta para recibirlos con una nerviosa sonrisa que,
suspiraría por estar ausente:
—¡Buenos días, primos!
Les va a estampar un beso y la
emperifollada Regina, de inmediato, la esquiva para reiterar:
—Ten claro algo Romina, ¡que
no vinimos hasta aquí!, para recordar viejos tiempos. ¿Sabes muy bien a que…?
—Los entiendo, ¡¿pero quién
me comprende a mí?! Me hubiese complacido que estuviese Rebeca…
Acorde con su elegante traje, Félix la
corta de manera amable:
—Entendemos que fue un extenuado viaje, ¡que vienes de muy lejos!, pero desde el principio tú aceptaste las condiciones del negocio, y con respecto a…
—Entendemos que fue un extenuado viaje, ¡que vienes de muy lejos!, pero desde el principio tú aceptaste las condiciones del negocio, y con respecto a…
Interrumpe Regina anunciándole con brío:
—¡Te puedo jurar que no la verás más!; resuelve
con nosotros este desagradable asunto, ¡y punto!
La prima menor introduce la mano en el
bolso y masculla cautivando la oscilación:
—¡Aquí tengo el dinero!, bueno…, la mitad..., ¡pero luego… les pagaré completo!
—¡Aquí tengo el dinero!, bueno…, la mitad..., ¡pero luego… les pagaré completo!
El refinado hombre desea entrar en los
cauces de la claridad:
—Ya la situación no trata de algo económico. Es que desde hace unas horas acabas de perturbar nuestras vidas, la de todos…
—Ya la situación no trata de algo económico. Es que desde hace unas horas acabas de perturbar nuestras vidas, la de todos…
—¡Hablemos claro, prima!
—¡Es así!, —asegura con énfasis Romina—,
¡somos la misma sangre…!
—¡Lo somos!, —subraya Regina—, ¡pero hasta ahí!, ese es el límite…
—¡Lo somos!, —subraya Regina—, ¡pero hasta ahí!, ese es el límite…
Romina principia a sudar frío como si el
alma se le escapara de un revoltoso cajón del cuerpo; saborea el poquito de
agua que resta en el vaso y sonríe con los bordes temblorosos que han manchado
de púrpura el cilíndrico vidrio y, en lo sumiso, emite:
—Yo únicamente deseo estar cerca, ¡no les
molestaré…!
—Y nosotros solo queremos que te vuelvas a la Argentina y nos
olvides; ¡eres joven aún!, puedes casarte, tener tus hijos, tu casa y
establecer un hogar de nuevo…
Con los humores retenidos, la prima, un
tanto alterada, saca el dinero y lo coloca en la mesa para comenzar a
contarlo…, cuenta, cuenta y cuenta en voz alta sin parar. En ese minuto, Félix
la ase delicadamente por las manos, coge el papel moneda, se lo mete de nuevo
en la cartera y le expresa:
—¡Entiéndelo, prima!, esto no se trata de una compensación económica…
—¡Y, de paso! —En la evocación apunta Regina—, eso no fue lo que pagamos en aquel tiempo…
—¡Entiéndelo, prima!, esto no se trata de una compensación económica…
—¡Y, de paso! —En la evocación apunta Regina—, eso no fue lo que pagamos en aquel tiempo…
—¡Sí, sí, lo sé! Estoy consciente de eso, pero
son diez mil dólares… ¡La otra mitad la conseguiré y prometo dárselas!
Regina, ya con la piel roja de carne
hirviendo, absorbe aire, y le advierte como si la vida fuese objeto de una
cláusula:
—Te denunciaremos a la policía si te acercas a
nosotros o a nuestra casa. Hicimos un pacto de nunca más hablar de aquello, ni
mencionarlo siquiera, ¡y lo cumpliremos!…, cueste lo que cueste.
—Deseo estar muerta antes de volverme sola al sur; no pueden someterme a esto, yo cometí un error y lo he pagado todos estos años en el callado exilio dela Patagonia …
—Deseo estar muerta antes de volverme sola al sur; no pueden someterme a esto, yo cometí un error y lo he pagado todos estos años en el callado exilio de
Regina se pone de pie y en un gesto le solicita a
Félix que haga lo mismo; él se topa con sentimientos encontrados, pero con
arresto se levanta. Y la prima, de súbito, les cuenta lo que sabe:
—Rebeca me informó ayer que piensan irse
definitivamente a Canadá…
Con un pequeño golpe sobre la mesa,
Regina, enfurecida, retorna a su silla y le da un ultimátum:
—¡Lo sabes todo! Pues sí, nos largamos de
Caracas… Y si continúas acosándonos, ¡soy capaz hasta de matarte!…
Félix toma asiento y, en la sensatez, le ruega a las
dos que se calmen. Regina lo mira expulsando coraje y le señala:
—¡Ahora!, ¿de qué bando eres?... ¡¿Avísame si
no fue solo semen lo que le entregaste?!
—¡Por favor, Regina!..., ¡no se trata de un
trofeo!, no se trata de qué lado sé esté. —
Sutilmente la coge de la mano—. Hablamos de una vida humana que ni siquiera está presente ¡y, de paso!, envuelve con una sábana las nuestras…
—¡También es la mía…!
Sutilmente la coge de la mano—. Hablamos de una vida humana que ni siquiera está presente ¡y, de paso!, envuelve con una sábana las nuestras…
—¡También es la mía…!
—¡¿Ahora?! ¿Por qué?, cuando en ese tiempo te
pusimos en la palma de la mano los veinte mil dólares estabas muy sonriente…
—Vendí mi cuerpo, lo sé…, era una codiciosa
mezclando la inmadurez. Tú sabes que solo tenía veinte años… y ustedes, en la
razón, se aprovecharon de eso…
—¡Por favor, prima!, ahora eres inocente del pecado…
—¡Por favor, prima!, ahora eres inocente del pecado…
Guardan silencio por unos minutos y
Regina intenta manejar la situación:
—Vamos a hacer un trato, ¡llévate los diez mil dólares!, para que sigas tu vida y hablamos en un futuro de esto, ¿te parece…?
—Vamos a hacer un trato, ¡llévate los diez mil dólares!, para que sigas tu vida y hablamos en un futuro de esto, ¿te parece…?
—¡Pues no!, anhelo estar a su lado. Todos estos
años han sido un suplicio para mí, he vivido coleccionando lamentos…
—¡No nos pongamos viscerales!, porque los
hechos hablan por sí solos… No le has suministrado nada en todos estos años…
—¡¿Eso… crees?!, pues le proveí lo más importante:
¡la vida!…
—¡Qué ligereza! ¡¿Llamas vida a la transacción que costó veinte mil dólares!?
—Pues ese óvulo era parte de mí y abrigo la necesidad de estar cerca, y ¡ustedes no me lo pueden negar…! —Apela a la sensibilidad del caballero presente—. Tú eres diferente, Félix, eres su verdadero padre, ¡y yo su legítima madre…!
—¡Qué ligereza! ¡¿Llamas vida a la transacción que costó veinte mil dólares!?
—Pues ese óvulo era parte de mí y abrigo la necesidad de estar cerca, y ¡ustedes no me lo pueden negar…! —Apela a la sensibilidad del caballero presente—. Tú eres diferente, Félix, eres su verdadero padre, ¡y yo su legítima madre…!
Félix recurre al bloqueo mental para no
ser atacado por la angustia que se debate entre el raciocinio y el egoísmo.
—Tienes razón; yo no soy la madre biológica de
Rebeca, pero soy la que tomó en alquiler tu vientre… Ayer nos estropeaste parte
de la felicidad que tuvimos durante quince años, pero con tu confesión a
Rebeca…, nos libraste de ese compromiso. ¡Eso se le pasará!, pues nosotros
somos sus verdaderos padres y eso es lo que cuenta…
La irritada Regina se pone de pie y
Félix hace lo propio detrás de ella; la prima menor revienta en llanto en un
estrés de secuelas emocionales y rodea con los brazos a su consanguínea, pero
ésta, convertida en un glacial, no le corresponde al apretón:
—¡Por favor!, déjenme estar cerca de ella,
¡solo eso!… Les doy mi palabra de no quitárselas…
—Seguramente es tu misma palabra de hace quince
años. —En lo mordaz acentúa Regina—, es muy tarde para reflexiones, ¡vamos
Félix…!
Romina, descorazonada y sin arreglo previo, extravía
la noción del tiempo y el espacio, se le estruja como una sanguijuela a Regina
y, con la ayuda de Félix, ésta se la quita de encima. La prima menor toma su
bolso y como una desquiciada le empieza a contar el dinero mientras los
persigue. Félix, presuroso, detiene un taxi y se suben en él como pueden, y se
alejan de la zona. En tanto, la que se queda, entre alaridos de desespero, cae
al suelo y contempla cómo se desvanece el vehículo que transporta para siempre,
su arrendada alma de madre…
Impresionante relato, donde expone un tema muy actual y los sentimientos juegan malas pasadas. Enhorabuena por su publicaciòn.
ResponderEliminarun fuerte abrazo
fus
Gracias Garla, me ha agradado tu relato, muy bien expuesto, no suelo verte en el blog, sois demasiados para atenderos, pero lo intentaré.
ResponderEliminarGracias por tu paciencia.
Con ternura
Sor.Cecilia
Muy buen relato, Garla, no me soprende que haya sido publicado en una revista. Como siempre es un placer leerte.
ResponderEliminarSaludos
Buenísimo tu relato Garla. Bien llevados los diálogos y excelente el desarrollo de este cuento barroco. Te felicito
ResponderEliminarMe uno a quienes te felicitan después de leerte. Manejar la realidad sin que deje de resultar interesante a pesar de sucrudeza, es un don, y tú sin duda lo tienes. Aunado a una clara sensibilidad que te lleva a empatizar con las emociones de tus personajes. Biien por tí. Y como valoro tu aporte dentro del mundo, te invito a dejar alguno en dos blogs sobre temas actuales, polémicos, donde escribo y las cosas se dicen tal cual son. Un abrazo! http://lobigus.blogspot.com/ http://raguniano.blogspot.com/
ResponderEliminargran relato
ResponderEliminarMe encantó tu relato, Garla, me he fijado que todos coincidimos en la forma que has desarrollado la idea y la credibilidad de los diálogos.
ResponderEliminarNo conocía Resonancias...
Un abrazo.
HD
hola, soy webmaster de algunos blogs, Me gustaría enlazar el tuyo en mis blogs y por mi parte te pediría un enlace hacia el mío tambien y de esta forma ambos nos ayudamos a difundir nuestras páginas.
ResponderEliminarSi estás interesado, escríbeme a ariadna143@gmail.com
saludos
Primero felicitarte por la publicación en Resonancias y segundo darme un tirón de orejas por no haber podido venir antes.
ResponderEliminarMe ha encantado tu historia y pienso, al contrario que Regina, que nunca es tarde para reflexiones ni para acudir a visitar a un amigo.
Un beso muy fuerte.
Leí tu relato y me gustó, la personalidad de Romina se parece mucho a la mía y también me llamo igual, que extraño... pero la historia no y fue la que me gustó.
ResponderEliminarSaludos.
Excelente relato. Me ha gustado mucho. Gracias por compartirlo.
ResponderEliminarAbrazo grande. Maite.