miércoles, 24 de febrero de 2021

Bajo las farolas

 

   Echo un vistazo al inmenso reloj que tengo detrás y el cuello me suena ¡crack!; me atraganto con la punta de las agujas, pues ellas, de pausa en pausa, se acercan a las ocho de la noche y apuro el último bocado porque en la cena mi padre capitanea sus críticas contra mí. En ocasiones tiene razón: ¡Que si los coloridos cintillos que uso en la cabeza!, ¡que si uso los pantalones muy ajustados!, ¡la franela muy corta!, ¡los tacones muy altos!, ¡que deje de comerme las uñas! Y por último en su cierre magistral: ¡qué es una verdadera grosería mi maquillaje de hoy!

   Al fin termino la comida y me limpio la boca con la servilleta, como lo manda el protocolo, pido permiso para retirarme y lo hago despacio para no exhibir la ansiedad, pero al salir del comedor pego una veloz carrera hasta el ventanal de la sala. Abro las verdes y carcomidas ventanas de madera y me asomo al hueco de luz, para sentarme, muy coqueta en la cornisa frente a la calle.

   Intento obviar todas esas censuras e incomprensión de mi viejo y permito que entre el fresco viento por las ranuras de mi escote. En la angustia, comienzo a mordisquearme las uñas y súbitamente retumba el sonido mágico de mis días: ¡Tin-tin-tin-tin-tin-tin-tin-tin!, y aparece Andrés doblando por la esquina acompañado de las farolas; con pasos firmes se aproxima para pasar delante de mi fachada y cuando me dispongo a hablarle… se me traba la lengua y enmudezco, entonces el guapo de Andrés, sigue de largo sin advertir siquiera mi presencia.

   Suspiro y al menos me alegra el alma el haberlo visto como todos los días…; seguramente mañana sí tendré el valor de conversarle y sin anunciar su presencia mi comprensivo padre aparece para llamarme: «¡Anda a dormir, Javier!, que mañana hay que madrugar».


5 comentarios:

  1. Qué bueno, ese amor a escondidas que el otro ni percibe, ese padre de Javier controlador. Muy buen texto, tan aparentemente sencillo, me ha encantado todo lo que ofrece.

    Un abrazo

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  2. Muchas gracias mi querida Albada... feliz noche.

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  3. Un texto precioso. Hay padres muy controladores, que axfisian a los hijos. Un placer leerte. Abrazos

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