domingo, 28 de mayo de 2017

¿Dónde están los lentes de Pedro?

     Apretaba los lentes con poderío, no dejaría que nada les pasará, se lo había prometido a mamá, pero sentía que una fuerza arrolladora sobre mi humanidad me robaba el último aliento…

     Me despegué del piso como un ave siendo libre y con una paz llegué hasta aquella habitación. Me encontré con el montón de niños que me acompañaban en la soledad que la vida me había dispuesto y, entre palabrerías, ruidos, juegos infantiles, allí estaba yo una vez más sentado sobre mis pequeñas nalgas y jugando con unos soldaditos de plástico que me había entregado una de las amables señoras del lugar.


     Todo el cuarto estaba pintado de blanco, las matronas que nos cuidaban corrían de un lado a otro, las teníamos como locas, pero yo me concentraba en el encuadre de mi fantasioso juego, pues esos soldaditos tenían unos carritos que usaba para combatir a unos hombres malos. Me sentía feliz y seguro de que era yo quien les ordenaba con mis manos proteger a las señoras y a la pila de niños que jugaban allí.

    Una de las cuidadoras  salió de la habitación, dejó entreabierta la puerta y entonces pude escuchar a la distancia, una melodiosa voz que atrapaba mi pequeño cuerpo y le iba a dar destino a mi extraviada vida. 

     Logré, con los soldaditos que eran buenos, poner el orden en esa batalla campal, derrotar a los hombres malos, y me sentí contento. Tambaleando, me puse de pie, fui corriendo hasta la puerta; salí como quien escapa hacia la libertad. En ese momento me intenta detener una de las guardianas y me pude escabullir, le tomé fuertemente la mano a la mujer que hablaba con ella y le dije: “Eres mi mamá”. Muy tiernamente me levantó y me protegió entre su pecho como un ángel,  en ese instante supe que mi corazón iba estar seguro en los brazos del verdadero amor.

     Respiro, siento mis labios secos. Respiro, tengo hambre. Respiro, ¿mis lentes?,  y entro en un túnel ocupado por la neblina y en la distancia está la voz que amo y dulcemente sus palabras rozan mi alma que no quiere irse: "Mi corazón, levántate. Fotógrafo, la fotografía te espera, Pedro". Moví mis labios y, aún habitando en la miopía, pude tomar la mejor fotografía de mi vida que fue ver el rostro de mi madre regalándome una inmensa sonrisa.



El 3 de mayo de 2017, Pedro Yaminne de 22 años fue arrollado 2 veces por una tanqueta de la Guardia Nacional Bolivariana, llegó a Emergencias con un brazo, 7 costillas y los 2 omoplatos fracturados; además de los pulmones colapsados, empuñando sus lentes como se lo prometió a su mamá.

Ficción histórica
Todas las imágenes usadas en esta entrada fueron tomadas de la web



2 comentarios:

  1. DIOS QUE BELLO ....PRIMERO QUE NADA GRACIAS MI PADRE ETERNO POR DARLE OTRA OPORTUNIDAD A ESTE NIÑO Y A SU MADRE MILLONES DE BENDICIONES PARA TU FAMILIA Y PARA TI ....DIOS TE PAGUE TU LUCHA

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  2. Que historia preciosa mi niña. Eres mi cronista poética de nuestra Rebelión. Miles de besos

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